Hechos relatados por el periodista del diario Viaje en el Tiempo que ocurrieron el 20 de mayo de 1810, durante la Semana de Mayo que desembocó en la Revolución de Mayo:
Esta fecha fue ya detonante. Los planes del 19 de mayo recién se materializaron durante el transcurso del 20, cuando Lezica se decidió a notificar a Cisneros sobre el pedido de Cabildo Abierto que le habían hecho. Ambos, tanto Cisneros como Lezica dejaron por escrito qué ocurrió en esa reunión.
Al parecer, Lezica le dijo que el pueblo estaba muy molesto con la situación, y que algunos particulares, más los representantes de los cuerpos militares, le habían pedido un Cabildo Abierto para hablar sobre la incertidumbre en la que estaba el destino del virreinato.
Lezica le dijo a Cisneros que él se había opuesto, pero que el replicaron que si el Cabildo no lo convocaba el pueblo lo haría por sí solo. Cisneros seguía en sus trece, pretendiendo que se oculte la verdadera situación en España y que ya había un gobierno de Regencia, que resistía en unas provincias libres.
Y su posición era que el gobierno de los virreinatos debería seguir en manos de los virreyes, que se unirían para instalar un gobierno central.
Entonces el virrey llamó a Leyva, con quien había hablado Castelli el 19. Leyva no se opuso a la convocatoria de cabildo abierto, y así se lo dijo a Cisneros. Había que oír al pueblo, dijo.
Pero el Cabildo selló una unión con el virrey, para ya comenzar una táctica contra revolucionaria sin que hubiese estallado la revolución. Por lo que todavía no se aprobó una reunión general de cabildo abierto.
Ese mismo día Cisneros se reunió con los comandantes de tropas, a quienes les hizo notar el peligroso estado del pueblo. Pero Saavedra, que estaba presente por ser el comandante del cuerpo urbano de Patricios, quien dijo:
“No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella”.
Cisneros se encontraba así sin apoyo militar.
Mientras tanto, en casa de Martín Rodríguez, estaba reunido el grupo revolucionario debatiendo todas las noticias que les llegaban. La reunión continuó al anochecer en lo de Rodríguez Peña, que vivía en una calle menos transitada. En esa última reunión nombraron a Castelli y a Martín Rodríguez para ir a hablar con el virrey. Se le pidió, sin retraso, que se convocara a cabildo abierto. Y así sin más le pidieron que renuncie a su cargo.
Según se cuenta el virrey perdió los estribos y demostró todo su enojo, quejándose de que se socavaba su autoridad. Pero una vez tranquilizado por los presentes, terminó diciendo “hagan ustedes lo que quieran”.
Pero apenas se fueron los revolucionarios siguió planeando la contra revolución.
Esa noche, en el teatro de Buenos Aires, se interpretó la obra "Roma Salvada". Estaban presentes casi todos los revolucionarios. La trama estaba muy relacionada con lo que sucedía en la ciudad, por lo que el jefe de policía pidió que no se realizase la función. Pero como los rumores de censura corrieron como pólvora, la obra se hizo igual.
En el cuarto acto, finalizaba con la siguiente frase: “¡El Galo ya está en Roma! ¡Vuestra empresa del gran Camilo necesita el hierro! ¡Un dictador, un vengador, un brazo! ¡Designad al más digno y yo lo sigo!”
Ante eso la gente estalló y todos gritaban: viva Buenos Aires libre. Así finalizó el 20 de mayo de 1810. Al día siguiente, el 21 de mayo, se decidiría todo.
Esta fecha fue ya detonante. Los planes del 19 de mayo recién se materializaron durante el transcurso del 20, cuando Lezica se decidió a notificar a Cisneros sobre el pedido de Cabildo Abierto que le habían hecho. Ambos, tanto Cisneros como Lezica dejaron por escrito qué ocurrió en esa reunión.
Al parecer, Lezica le dijo que el pueblo estaba muy molesto con la situación, y que algunos particulares, más los representantes de los cuerpos militares, le habían pedido un Cabildo Abierto para hablar sobre la incertidumbre en la que estaba el destino del virreinato.
Lezica le dijo a Cisneros que él se había opuesto, pero que el replicaron que si el Cabildo no lo convocaba el pueblo lo haría por sí solo. Cisneros seguía en sus trece, pretendiendo que se oculte la verdadera situación en España y que ya había un gobierno de Regencia, que resistía en unas provincias libres.
Y su posición era que el gobierno de los virreinatos debería seguir en manos de los virreyes, que se unirían para instalar un gobierno central.
Entonces el virrey llamó a Leyva, con quien había hablado Castelli el 19. Leyva no se opuso a la convocatoria de cabildo abierto, y así se lo dijo a Cisneros. Había que oír al pueblo, dijo.
Pero el Cabildo selló una unión con el virrey, para ya comenzar una táctica contra revolucionaria sin que hubiese estallado la revolución. Por lo que todavía no se aprobó una reunión general de cabildo abierto.
Ese mismo día Cisneros se reunió con los comandantes de tropas, a quienes les hizo notar el peligroso estado del pueblo. Pero Saavedra, que estaba presente por ser el comandante del cuerpo urbano de Patricios, quien dijo:
“No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella”.
Cisneros se encontraba así sin apoyo militar.
Mientras tanto, en casa de Martín Rodríguez, estaba reunido el grupo revolucionario debatiendo todas las noticias que les llegaban. La reunión continuó al anochecer en lo de Rodríguez Peña, que vivía en una calle menos transitada. En esa última reunión nombraron a Castelli y a Martín Rodríguez para ir a hablar con el virrey. Se le pidió, sin retraso, que se convocara a cabildo abierto. Y así sin más le pidieron que renuncie a su cargo.
Según se cuenta el virrey perdió los estribos y demostró todo su enojo, quejándose de que se socavaba su autoridad. Pero una vez tranquilizado por los presentes, terminó diciendo “hagan ustedes lo que quieran”.
Pero apenas se fueron los revolucionarios siguió planeando la contra revolución.
Esa noche, en el teatro de Buenos Aires, se interpretó la obra "Roma Salvada". Estaban presentes casi todos los revolucionarios. La trama estaba muy relacionada con lo que sucedía en la ciudad, por lo que el jefe de policía pidió que no se realizase la función. Pero como los rumores de censura corrieron como pólvora, la obra se hizo igual.
En el cuarto acto, finalizaba con la siguiente frase: “¡El Galo ya está en Roma! ¡Vuestra empresa del gran Camilo necesita el hierro! ¡Un dictador, un vengador, un brazo! ¡Designad al más digno y yo lo sigo!”
Ante eso la gente estalló y todos gritaban: viva Buenos Aires libre. Así finalizó el 20 de mayo de 1810. Al día siguiente, el 21 de mayo, se decidiría todo.
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